jueves, 2 de diciembre de 2010

tradiciones britanica

Hay tradiciones que perduran aunque sean muy antiguas y solo contengan simbolismo. Es el caso en algunos aspectos del sistema político del Reino Unido. Luego de las elecciones, bajo un parlamentarismo asentado, es la reina Isabel II quien “debe encomendar” la labor de formar un gobierno al partido que obtuvo mayoría en las últimas elecciones.

Cuando una nucleación que se encuentra en la oposición resulta victoriosa en las urnas, el primer ministro saliente debe abandonar la residencia oficial del 10 de Downing Street en pocas horas, después de conocerse los resultados, y por la puerta trasera, para que en un periodo corto en tiempo, el flamante premier pueda ocupar la casa y comenzar a trabajar.

Esto es muy distinto al gran despliegue económico, religioso, político y militar con que se jactan decenas de gobernantes alrededor del mundo, que organizan fastuosas ceremonias para la asunción al mando.

Aunque también existe mucha fastuosidad en la ceremonia de “discurso del trono”, que debe brindar la monarca en la apertura de sesiones del Parlamento, presentando el programa de gobierno para el país.

El sistema político, controvertido y que posiblemente será reformado en los próximos meses debido a nuevos acuerdos, establece un primer ministro con mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes, para que se pueda concretar la estabilidad en el reino.

Este mayo, luego de 13 años en el poder, el Partido Laborista abandonó el 10 de Downing Street, tras lograr el segundo lugar de escaños conseguidos en las elecciones y al no poder formar un gobierno de coalición con el Partido Liberal Demócrata.

El PartidoConservador, que terminó con la era iniciada por el ex premier Tony Blair y el Nuevo Laborismo, ganó con mayoría simple, por lo que su líder, David Cameron, tuvo que formar gobierno con los liberaldemócratas, por lo que deberá afrontar grandes desafíos durante su mandato.

Empezando por el déficit presupuestario, que este año alcanzaría los 78.000 millones de libras esterlinas, según el propio Ministerio de Economía. Los conservadores tienen un primer plan de recorte de unos 6.000 millones de libras esterlinas. Y, para ello, todos los ministros sufrirán un recorte de sus abultados sueldos en un 5%.

Cameron también deberá emprender un proyecto de reforma electoral, que fue el punto clave de negociación con los liberaldemócratas, que reclaman un sistema más representativo, frente al uninominal vigente.

En materia de política internacional, los conservadores deberán cambiar esa imagen de euroescépticos que poseen algunos de sus líderes, empezando por el propio primer ministro y afianzar las relaciones estratégicas con los Estados Unidos.

Cameron prometió devolver la confianza a la política, de renovar varios estamentos públicos y de concretar un Estado más sólido; solo que no aclaró si esto lo hará en detrimento de los derechos individuales. El primer ministro no solo deberá afrontar el déficit estatal, la inmigración desordenada y una oposición férrea por parte del laborismo, sino también los nuevos paradigmas políticos. Tendrá que elegir entre el extinto “bien común” y la verdadera administración de intereses diversos. Deberá decidir si sigue la política de dependencia estatal o si concreta transformaciones para una nueva forma de gerenciamiento político.

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